jueves, 19 de febrero de 2015

HOCES DEL EBRO, DE ORBANEJA DEL CASTILLO A SAN MARTÍN DE ELINES: CUANDO EL AGUA SE ABRE CAMINO


Siempre que vuelvo de Santander a mi Madrid por la nacional 623, a una media hora tras pasar el Embalse del Ebro, confín de la Cordillera Cantábrica y La Meseta, al mirar por la ventanilla me llama la atención ver como el firme cambia de nivel, el suelo se desmorona en una profunda brecha.


Hay un dicho maño que dice: “Ahí va el Ebro” del que no sé su proceder, posiblemente tenga que ver con que es el río más caudaloso de la península y desde su cuna, en la Fuentona de Fonntibre, no hay quien lo sujete, ve la luz rebosante de vida.


Desde su nacimiento hace gala de su fuerza y a su paso se abre camino moviendo montañas, la naturaleza en forma líquida juega como niña con la roca toba, con la piedra porosa como si de plastilina se tratase, esculpiendo una muralla de paredes escarpadas en el curso superior del río, entre las provincias de Cantabria y Burgos: EL PARQUE NATURAL DE LAS HOCES DEL EBRO.


Antes del temporal de nieves, donde no ha habido dique ni contención que parase a este gigante, y, en pueblos como Frías, han tenido que rescatar a algunos de sus paisanos con barca, en un noviembre suave, tomamos rumbo a este singular ecosistema dirección a ORBANEJA DEL CASTILLO (BURGOS), villa medieval cuyas casas se encaraman a un farallón calizo.


Su entorno es una conjura de los elementos y a tenor de mi anterior entrada, si no está en el  top de los pueblos más bonitos de España, en este blog ¡Se suma! Sumergido en un paisaje kárstico tan caprichoso que te invita a soñar, hay quien ve dos camellos besándose, una, por aquello de que me encanta viajar, en un beso vi todo un continente.

En la foto superior se ve La Cueva del Azar

Te da la bienvenida a pie de carretera con una cascada sublime que se funde con el Ebro.


Un salto creado por un riachuelo limpio y bello que ni tan siquiera tiene nombre, sin embargo, es el guía de la población, si alguien me lee y le hes posible, propongo que se le llame "El Guía", bonito a la par de adecuado.


No conserva castillo, aunque por su posición, se cree que sí lo hubo. Para acceder a su núcleo, la plaza, hay que subir una única calle, peldaño a peldaño, sin perder de vista el trote del arroyo.


Los acordes mojados te conducen a “La Cueva del Agua” donde fluye este manantial de aguas cristalinas.

Cueva del Agua

No siendo esta la única cueva de la zona, la erosión facilita las hendiduras en el terreno, incluso, alguna ha estado habitada, en “La Cueva del Azar” hay trazos de pinturas rupestres, la huella de sus antiguos pobladores.

Siguiendo el camino del serpenteante Ebro, a apenas 10 km., se encuentra la población de SAN MARTÍN DE ELINES (CANTABRIA) y a las afueras de su barrio alto, en un pequeño valle aislado se alza su Colegiata. En un enclave fascinante, su esbelta figura parece incluso más elevada por la torre cilíndrica que se sitúa a uno de sus lados, la armonía del conjunto y la riqueza de su iconografía la convierten en uno de los mejores exponentes del románico cántabro.


Monasterio benedictino erigido a principios del siglo XII sobre una construcción anterior y que llegó a ser el de mayor relevancia de la época en el Valle de Valderredible.

El tótem de Elines es el león que se encuentra representado en toda la obra, utilizado en el románico frecuentemente de manera ambivalente, como el ying-yang. En algunas ocasiones carecen de fiereza, parecen lindos gatitos, como si quisieran ser amigos del hombre, el vencido por la inteligencia humana escenificando los peores instintos de las personas, y, otras veces, fiero, con dientes afilados, andrófago, el animal iniciador que representa el renacer del hombre a una nueva vida.


Tras tomar posición, lo primero que miré fue la colección de canecillos, son tantos y tan diversos: animales, criaturas fantásticas, personas...


De temática variada y de lo más natural. Solo hay que elevar la vista para ver claramente, camuflada en este despliegue de creatividad, “la buena mano” de la talla.

El onanista o pajillero

Para poder visitarlo, las llaves las tiene el párroco que vive justo en la casa de al lado, su buena estrella le mantiene activo siendo la parroquia del pueblo, esto es lo que hace que este tan bien conservado, tras alguna restauración, se mantiene firme y vivo.

Se accede a través del Claustro, edificado posteriormente, salvo uno de sus muros, ahí queda latente la marca mozárabe en los arcos de herradura de dos ventanas: el origen.


Además, se muestra a modo de museo una serie de sepulcros y alguna pila bautismal de iglesias de aldeas aledañas, que, derruidas y expoliadas, no han corrido la misma suerte de Elines.

* La tercera fotografía superior: sepulcro del caballero peregrino

El interior de la iglesia es exquisito y tiene varias peculiaridades, extraordinarias son las cuatro grandes columnas que sujetan los dos arcos de la cúpula, coronadas por capiteles circulares cuyos anillos están tallado con gran delicadeza, que por cierto, este tipo de capitel no lo he visto en ningún otro sitio.


Son tantos los detalles que posee este templo que es imposible verlos todos, cuanto más, contarlos, así que aquí me quedo... Tras este tour de fotos por la génesis de un proceso fluvial ¡Eso es todo amigos!